Se ha dicho en pocas palabras
que a quien mucho tiene, más se le dará,
y a quien poco tiene, hasta eso se le quitará.
Lo sé, porque lo vivo en carne propia cuando añoro mis urgencias,
y es que atraigo mis carencias por el miedo de la ausencia.
No había hallado solución que dé engaño a mi experiencia,
abundancia en la carencia y fuerza que tumbe la razón aprendida.
Es normal cuando me abruman esas dudas,
y los mártires me llevan en picada al autosabotaje.
¿Qué es ser amado? ¿Qué es el cariño? ¿Qué es un abrazo?
¿Qué es el consuelo? ¿Qué es un contacto? ¿Dónde acaba el vacío del alma?
¿Cuál es el día en que mis amores no se alejen?
¿Cómo voy a cambiar el miedo de ser olvidado y sólo tenerme a mí mismo?
¿No son los hombres sujetos a querer amar y ser amados?
Entonces ¿Cuándo podré tenerlo?
¿Qué debo sacrificar?
¿Cuándo me vas a enseñar?
Hoy ya sé
que en el cambio de creencias hay la fuerza que me impulsa hacia realidades acordes.
Sí, es verdad, que la verdad se muestra, cuando crees que puede hacerlo.
Y la verdad del poder yace en el origen de sus creencias.
Es que un día me di cuenta de verdades,
y entre ellas, que tiene más poder su idea que sus acciones,
porque la idea lleva a acciones acordes.
Y las acciones sin ideas no actúan.
Solo yo puedo re construirme,
solo yo puedo devolverme la cordura
e inclinarme con fuerza a lo bueno, a la paz y a la tranquilidad.
Solo yo puedo recuperar mi corazón de las tinieblas
y ponerlo de regreso a la luz eterna.
Porque el poder de pedir es de mí.
Guíeme usted a la abundancia de amor,
a la esperanza y a la paciencia,
que son necesarias para el ser amado.
¿Crees que tu causa es justa
cuando envidias el amor de otros,
la salud de otros,
las riquezas de otros?
Sí, es causa justa, por consecuencia de la envidia; la ausencia.
Como en el principio fuimos uno,
y uno seré en el final.
Y en la razón del ganar
está la voluntad de ceder.